VINOS

> Enólogo por un rato

Por Fernando Muñoz Pace

¿Y si le ponemos un poco más de ancellotta? La pregunta iba y venía en la mesa. Eramos cuatro (Daniel, Carlos y señora, y yo) y teníamos que armar un blend con cuatro varietales: tempranillo (base de los rioja), petit verdot, lambrusco y el mencionado (ambos usados en Emilia Romagna).

En otras cinco mesas, la idea era similar: crear un vino, jugar al enólogo, por un rato. Habíamos sido convocados, en el hotel Savoy, por el Baco Club, una entidad con 24 años de trayectoria y unos 5.000 socios. Para ayudar a los enólogos de ocasión, allí estaban Alfredo Terzano, uno de los creadores de Baco Club, y las somelliers Natalí Di Meglio y Mariana Gil Juncal. Prolijamente, en la mesa teníamos todo lo que necesitábamos además de los vinos, claro. Pipeta, vaso de precipitado, embudo, copas, papel, lapicera, botella de 750 ml... La gente del Baco Club nos hizo un encargo bien definido: un vino joven, fácil de tomar, para clientes de entre 25 y 35 años, que viven en la China... Y la hizo un poco más complicado: 30 minutos como tiempo límite y usar como mínimo dos variedades pero no más de 70% de cada una, entre otras consignas.

Hicimos cuatro blends, con diferentes proporciones y nos dimos cuenta que el tempranillo aportaba fruta, que la madera provenía del petit verdot, que el lambrusco era sinónimo de acidez y que el lancelotta daba cuerpo... Pronto, el lambrusco quedó a un lado y así nació nuestro blend, con mucho tempranillo (cosecha 2015, de Tupungato), bastante de petit verdot (2014, Maipú) y un poquito de ancelotta (2014, Luján de Cuyo)... Es decir, un trivarietal, de tres terroirs y dos añadas diferentes... ¡wow! Y como si fuera poco, cuando el alcohol ya había hecho algún efecto, tuvimos que pensar un nombre para la etiqueta ficticia... Panda Rojo surgió de una breve conversación en la que tratamos de poner un poco de marketing, un ingrediente indispensable, como las mismas uvas.

Aunque no era una competencia, picaba la curiosidad para saber qué habían hecho en las otras mesas. Así pudimos comprobar que con las mismas variedades se habían elaborado vinos más intensos. La clave estaba en las benditas proporciones de cada varietal. Ahora, miraré las etiquetas y contraetiquetas de otro modo. Sin embargo, no pienso decirles cuánto de cada variedad combinamos en nuestra mesa. Secreto de enólogo… por un rato.

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