> Ureña

Un restaurante que logró fusionar en un mismo espacio la cocina vanguardista con la esencia de los manjares mediterráneos. Ir a Ureña es degustar una cocina joven, entusiasta, fresca, hecha con los productos que se encuentran en el mercado cada temporada, ya que el menú se renueva en forma periódica. Las ollas están a cargo de Damián Giammarino González, un chef argentino cuya inspiración de enriqueció en las mesadas del mundo. Trabajó en Japón, Italia, Marruecos y estuvo bastante tiempo en España, donde aprendió en los talleres pero sobre todo a través la práctica de cada día.

En una casa antigua reciclada, una tradición en Palermo, el ambiente es a la vez elegante y despojado, con un sector de mesas redondas y sillas tapizadas en tela, y otro con distinguidos sofás de cuero oscuro, sobre el piso original de pinotea y un cielorraso que brilla en todo su esplendor. Una amplia barra con altos butacones marca la vocación de brindar trágos y cócteles para al after hour que arranca a las 19. Allí el bartender Lucas López Dávalos  ofrece imaginativas creaciones, entre ellas el Ureña, un trago fresco y especiado y una versión del clásico Agua de Valencia.

Individuales blancos de tela, al igual que las servilletas, velas en las mesas y una atención esmerada, invitan a relajarse para disfrutar de la carta.  En nuestro caso probamos una combinación de snacks y entradas frías servidos en original vajilla: entre los primeros mejillones al pimentón, en frasco ($95), una delicia, y tentadores churros de langostinos en canastita de metal, y entre los segundos, ensalada de espinacas, crema, queso azul y granola,  y croquetas de morcilla en salsa romesco.  Para el plato principal nos concentramos en el pescado (a gusto del cliente, en nuestro caso mero) al pil-pil, con cremoso de papas y crudité de verduras ($ 290). Pero para la próxima nos recomendaron la fideuá de frutos de mar, que además de ser una especialidad valenciana, es otra perlita que indica la inclinación del chef por la riqueza pesquera, sin descuidar los demás sabores.  

Un hallazgo el postre, ananá al vino blanco con sorbete de albahaca casero y brotes de hinojo ($110). 

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