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> Galicia en la mesa

Se sabe, la cocina gallega es rica en productos alimentarios del mar y de la tierra. Mariscos, algas, frutos secos, legumbres y vinos de alta gama forman parte de una extensa gama de manjares que quedaron expuestos durante una degustación realizada en el Club Español. En la ocasión se presentaron “Los Obradoiros de sabores”, cuyas cualidades fueron destacadas por personalidades ibéricas, entre ellas el embajador de España en Argentina, Javier Sandomingo. 

La idea de mostrar a los argentinos las posibilidades de los productos gallegos de la pesca y de la agricultura, y también los industriales como las conservas, contó en la ejecución de los platos con Jorge Gago, chef del restaurante de Santiago de Compostela, A Maceta, premiado en su país. Entre las exquisiteces ofrecidas hubo quesos, jamón ibérico, castañas, en fin, una fiesta. Mejillones, berberechos, erizos, pulpo, sardinas en paté o en lata, también figuraron en la lista de imperdibles.

Los productos con denominación de origen o de indicación geográfica protegida enriquecen por doquier su gastronomía. En platos salados y dulces la castaña es uno de los alimentos esenciales de la cocina gallega. Queda perfecta combinada con carnes de caza, verduras y preparaciones a las que confiere un delicioso sabor agridulce. El lacón gallego, alimentado con bellotas, cereales, castañas y tubérculos es otro de los orgullos regionales. De textura firme rosa o rojo púrpura, aroma suave y poco salado, se obtiene de las extremidades delanteras del ganado porcino.

Los quesos también merecen un párrafo aparte, en especial los de pasta semidura ahumadas con madera de abedul.  Procedentes de la zona de Lourenzá, las fabes o porotos blancos, de textura carnosa y firme, son uno de los tesoros más preciados del lugar. Especiales para regar con los vinos de Rías Baixas, del Ribeiro -los más antiguos de Galicia- Ribeira Sacra y de Monterrei, por sólo nombrar algunos.

No faltó a la cita la tradicional Tarta de Santiago, preparada con almendras mediterráneas de primera calidad, huevo, azúcar, vino dulce, ralladura de limón y azúcar glasé. Nacida en los banquetes renacentistas del siglo XVI, entronces se la llamaba Tarta Real. En esa época era un producto muy apreciado por las clases acomodadas y consumirla era un síntoma de distinción social. En la superficie se destaca su cobertura blanca donde se dibuja la famosa Cruz de la Orden de Santiago, como señal de identidad. 

Los productos con los que se preparó la degustación, llegaron de Galicia cedidos por Daveiga, Naiciña, Lestedo, Quesaría Prestes, Conservas Los Peperetes, Algas de Portomuíños, Terras da Mariña, Fabas de Lourenzá, Grelos Milhulloa e as adegas Crego e Monaguillo, Veiga da Princesa, D´Berna, Manuel Rojo, Peza do Rei, la empresa Easy Ways y Lynch Cocinas, entre otros productores ibéricos.

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